Portada: Caricatura de Arcadio Esquivel, Costa Rica
“No importa si el gato es negro o blanco, mientras pueda cazar ratones es un buen gato”, Deng Xiaoping, 1978.
Por: Pedro Morazán
En 2013, el presidente chino Xi Jinping anunció la creación de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), conocida popularmente como la “Nueva Ruta de la Seda”. Cuando Xi presentó su idea en el marco de dos discursos en las cumbres en Kazajistán e Indonesia en 2013, la propuesta estaba dirigida a los países vecinos y su propósito era principalmente la construcción de infraestructuras. El máximo líder chino se inspiró en la legendaria “Ruta de la Seda”, que con 6400 km de longitud conectaba el “Reino del Medio” con Europa ya desde la antigüedad.
La ruta de la seda no sólo se reducía al comercio de la seda que, como bien se sabe, era el producto más codiciado por la aristocracia romana 100 años a. C. De nada servían los reclamos de los romanos conservadores que consideraban la seda, especialmente la transparente, como algo amoral y decadente. Los romanos hombres y mujeres amaban la seda. Pero el gran problema era que no sabían como producirla. Inimaginable para ellos que fueran gusanos los productores de tan codiciado material. Según los europeos, la seda era el fruto de un árbol existente solo en China.
Con el correr de los últimos años se ha vuelto más que evidente que con la ayuda de la Nueva Ruta de la Seda y la estrategia de “ir afuera”, China está ahora en camino de volverse la primera potencia económica mundial. Esto pone más que nerviosas a las empresas de capital norteamericano y europeo y se ha convertido en el tema central de la agenda política norteamericana. Los impactos son enormes, no solamente para el equilibrio global de poder sino también, y, sobre todo, para la hegemonía global norteamericana.
El auge de China como nueva potencia tiene también impactos de alto calado en el Sur Global. Por ello es relevante reflexionar sobre los riesgos y las potencialidades que implican las relaciones comerciales y económicas con China. Especialmente para economías pequeñas como las centroamericanas es importante tener conciencia de que, nadie quiere ser ratón, no importa que color tenga el gato.
China desafía a Estados Unidos en América Latina
No vamos a adentrarnos en el desarrollo de la BRI en los últimos años, transcurridos desde que Xi Jinping pronunció sus ya legendarios discursos en 2013. Tampoco se van a discutir aquí aspectos fundamentales de violaciones de derechos humanos en lugares como Hong Kong o Xinjiang y que son determinantes en el llamado «conflicto entre sistemas».
En este limitado espacio no es posible siquiera entrar mucho en detalles de esta BRI. Se intentará eso sí, esbozar algunos de los retos que tiene la región centroamericana ante la nueva dinámica de penetración del capital chino en áreas donde hasta ahora domina el capital norteamericano.
Para ello me gustaría comenzar con la palabra China “Gàn chāo” (干超) que significa «superar» y que representa los esfuerzos de los dirigentes chinos por «superar» a los países industrializados occidentales en el ámbito tecnológico. Con la Nueva Ruta de la Seda, China está dando un gran paso hacia el logro de este objetivo y está entrando en nuevos mercados que también son de importancia estratégica para los Estados Unidos y Europa. Con la ayuda de la BRI, China puede mejorar rápidamente sus cadenas de valor, estableciendo inversiones directas por medio de fusiones y adquisiciones, como lo muestra el caso de Panamá, para no ir tan lejos. China puede ahora desafiar el monopolio estadounidense en todas las áreas tecnológicas, desde el 5G y la inteligencia artificial hasta la biotecnología, la computación cuántica o la producción de maquinarias.
Esto tiene implicaciones muy directas para Latinoamérica que no ha podido “superar” ni siquiera a los países asiáticos. La división internacional del trabajo entre Latinoamérica y China está dando señales de una evolución que no siempre es de ventaja mutua. Es innegable que Latinoamérica se vio beneficiada con el boom de los precios de materias primas en los albores del presente siglo. Como bien se sabe, este boom fue impulsado por la enorme demanda China de materias primas y productos agrarios.
A partir de la última década China ha visto enormes oportunidades de inversión en los sectores servicios e industrial en países como Brasil, Panamá, Argentina o Colombia, entre otros. Ahora ya no se trata de importar materias primas y exportar baratijas para los vendedores ambulantes. Las inversiones chinas son crecientes en sectores como el automotriz, energías renovables, servicios financieros y bienes de consumo, entre muchos otros.
El entusiasmo por entrar en negocios con este nuevo gigante hasta ahora ignoto, es por lo tanto justificable. Y, a pesar de que los nexos geográficos aparecían hasta ahora lejanos, el laborioso gusano de la Nueva Ruta de Seda parece haber conquistado los anhelos de políticos agobiados por enormes problemas en Latinoamérica. Unos 19 países latinoamericanos firmaron ya memorandos de entendimiento con China en el marco de la “Nueva Ruta de la Seda”. Los potenciales de una cooperación con la República Popular China son enormes, no solamente en el sector digital.
El entusiasmo por China en un continente que se ha ido rezagando cada vez más en la economía global es comprensible. Pero, aunque con mucho dinero y la cautivante retórica asiática, los intereses chinos no siempre son congruentes con los intereses de los países latinoamericanos. ¿Cómo evitar los conflictos de intereses y encontrar una agenda en beneficio común? Esa será una interrogante crucial a la hora de definir prioridades.
Con guantes de seda en Centroamérica
La presencia de China en la región centroamericana es de data reciente. El primer país que estableció relaciones comerciales y diplomáticas con China en 2007, desafiando a los Estados Unidos, fue Costa Rica: China no escatimó esfuerzos e inició las relaciones con la donación de un estadio deportivo construido en La Sabana.
Un tratado de Libre Comercio entre los dos países fue suscrito ya en 2011. A Costa Rica le siguieron República Dominicana, Panamá y El Salvador en 2017 y 2018, a pesar de las fuertes reprendas del gobierno de Donald Trump. Panamá y El Salvador se han adherido ya a la Nueva Ruta de la Seda. De todos estos países, es Panamá el vínculo económico más importante para China debido al Canal. China es, después de los Estados Unidos, el segundo usuario más importante del Canal de Panamá y el principal proveedor de mercancías de la zona libre de Colón. Todo lo que ocurra con China en Centroamérica estará fuertemente vinculado a Panamá. Para bien o para mal.
Por ello no sorprende a nadie que, después de la firma del tratado de libre comercio en 2018, las inversiones directas y de portafolio provenientes de China crecieran enormemente. Pekín ya ha ofrecido el financiamiento de proyectos de infraestructuras en la República del Canal por valor de 2.500 millones de dólares, entre ellos una terminal portuaria, un puente sobre el canal y un centro de convenciones. Están previstos otros proyectos: Por ejemplo, China tiene en mente la construcción de una línea ferroviaria de alta velocidad desde Ciudad de Panamá hasta la frontera con Costa Rica con un coste estimado de 4.100 millones de dólares. Las empresas chinas han invertido alrededor de mil millones de dólares, especialmente el gigante tecnológico Huawei con un centro de distribución regional. Sin embargo, por presiones de Washington muchos de los planes parecen haber sido frenados. Independientemente de lo que haga Washington, es de suponer que China ya puso un pie firme en el país del Canal y llegó para quedarse.
Aunque se de mayor significado, la inversión china no se reduce solamente a Panamá. China está ya apoyando a El Salvador en una serie de proyectos que van desde la construcción de un estadio, la modernización del sistema de agua potable, o una estación de purificación de aguas hasta la ampliación y modernización del importante Puerto La Libertad. El presidente Bukele está muy interesado en profundizar las buenas relaciones económicas con China a pesar de las amonestaciones de Washington. Lo que no es de mucho agrado de los hondureños son los planes de venderle una isla a una empresa china para que puedan construir un puerto de aguas profundas y una zona económica especial (ZEE) en el Golfo de Fonseca. Un proyecto de tal envergadura sería una amenaza real para la única salida que tiene Honduras al Pacífico.
Dentro de este contexto, también Honduras podría tener un cambio en sus relaciones diplomáticas y comerciales con el gigante asiático. Hasta ahora, el país es quizá, el más fuerte aliado de Taiwán en la región. Aún no está claro si se decantaría por una opción tipo Nicaragua manteniendo relaciones con ambas Chinas o si optaría por una solución más rentable tipo El Salvador con donación de estadio incluido. Es muy conocido que la China Popular está logrando con éxito el aislamiento de Taipei: Tanto Costa Rica, como Panamá, El Salvador y República Dominicana se vieron obligadas a romper relaciones diplomáticas con Taiwán para poder acceder al jugoso financiamiento chino. Nada es gratis para los ratones que quieren queso.
Los pros …
Una gran oportunidad para la BRI son las inversiones en infraestructuras previstas en los países pobres. Los países centroamericanos, en particular, necesitan urgentemente dinero para la construcción de carreteras, ferrocarriles, puertos, instalaciones de telecomunicaciones o suministro de electricidad y agua. El acceso a servicios básicos como el agua, el transporte, la energía o las telecomunicaciones es de vital importancia para los países centroamericanos. La mayoría de la población, especialmente en las zonas rurales cuenta con poco acceso a los servicios básicos.
Especialmente en vista del rápido avance del cambio climático y del empeoramiento de las catástrofes naturales, se necesitan sistemas de infraestructuras resistentes. El tiempo apremia y las fuentes de financiamiento tradicionales aun no dan respuesta adecuada, a pesar de las promesas hechas en el Acuerdo del Clima. Si tienen éxito, los proyectos de la BRI podrían beneficiar a un gran número de personas pobres en Centroamérica y a grandes partes de la economía mundial.
… y los contra
En los últimos cinco años, sin embargo, la BRI ha experimentado una serie de retos y contratiempos: suspensión de proyectos debido a una élite gobernante corrupta, por ejemplo, en Sri Lanka o Pakistán, aplazamiento de proyectos por consideraciones medioambientales o sociales inadecuadas, por ejemplo, en Myanmar.
Los proyectos BRI suelen financiarse con un alto nivel de endeudamiento. Con las inversiones de la BRI, China se ha convertido en el principal prestamista de los países africanos, por ejemplo. La BRI, que ahora comprende unos 132 países a nivel mundial, comprometió o distribuyó entre 580.000 y 600.000 millones de dólares en préstamos entre 2013 y 2018, superando incluso los 490.000 millones de dólares concedidos por el grupo de bancos multilaterales de desarrollo entre 2013 y 2017 (Kohli / Zucker 2019).
En los países africanos, esto ha provocado un aumento significativo de la deuda externa, especialmente en Yibuti, Etiopía y Kenia. Así, la sostenibilidad de la deuda de muchos países se ha deteriorado como consecuencia de los proyectos de la BRI. Por ejemplo, la construcción del tramo ferroviario Kunming-Singapur en la RDP de Laos tuvo un coste estimado de 6.000 millones de dólares, casi el 40% del PIB de la RDP de Laos en 2016 (Morris et al. 2020).
En parte, los activos nacionales y los recursos naturales de muchos países africanos sirven de garantía para los préstamos chinos. El aseguramiento a largo plazo de activos y recursos adopta la forma de trueque: a cambio de capital de inversión e infraestructuras, algunos países conceden a China un generoso acceso a los recursos naturales. Zambia, Angola, la República Democrática del Congo, Mozambique, Etiopía, Sudán, Kenia y Yibuti son algunos de los países que entregan sus activos o recursos como pago de sus obligaciones. En Zambia, el Estado se está preparando para ofrecer a China su empresa nacional de electricidad como garantía para un préstamo. China ha propuesto hacerse cargo del aeropuerto Kenneth Kaunda de Lusaka, si Zambia no puede cumplir con sus obligaciones de reembolso del préstamo. Del mismo modo, Madagascar ha pignorado gran parte de sus recursos como garantía para los préstamos (Kwasi 2019).
A manera de conclusión
Para los países centroamericanos, la BRI ofrece tanto oportunidades como riesgos. Todavía no se puede cuantificar el alcance y la calidad de los impactos. La mayoría de los expertos concuerdan en que el mayor éxito de la BRI hasta la fecha ha tenido lugar en los países del vecindario chino. Para algunos países de renta media de la región de la ASEAN, como Vietnam o Indonesia, la Nueva Ruta de la Seda logró dinamizar la producción en sectores estratégicos creando cadenas regionales de valor.
Vietnam, por ejemplo, es muy exitoso en la producción de partes para equipos electrónicos como celulares o computadoras. El grueso de las inversiones del BRI en África se concentra en el este y el norte del continente y tiene resultados ambivalentes. En Asia Central, la dinámica es más variada: se trata de países sin salida al mar y con instituciones débiles, pero su situación estratégica hace que tengan un enorme interés para China.
Los países con rentas bajas, instituciones débiles y gobiernos corruptos suelen verse atrapados en una trampa de deuda por la financiación china de infraestructuras. Como lo muestra el caso de África oriental, mucho dependerá de la responsabilidad de los gobiernos en Centroamérica. Como bien se sabe, los tratados con China no son siempre transparentes y el soborno a políticos parece ser una práctica bastante común. Eso sería transformar a los ratones en rateros.
Muchas de las inversiones y proyectos de la BRI tienen un impacto significativo en el medio ambiente y la biodiversidad. Debido a su orientación y dimensiones ese impacto ha sido hasta ahora negativo. Dado que las empresas chinas han aumentado su huella en el extranjero a través de la BRI, deben rendir cuentas de sus resultados medioambientales y sociales, al igual que las empresas multinacionales de otros países.
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Un comentario
Su largo análisis, muy bueno como siempre en Criterio, requiere algunas horas de lectura, para los no muy expertos en estos temas. Mas habiendo estudiado algo la historia de medio Oriente, hay ciertas similitudes de hace 2000 años.
Salvando las distancias y algunos factores de época, siglo I antes de Cristo, el caso es muy similar a lo que sucedió en la zona de Judea-Galilea, cuando los macabeos que aprovechando la debilidad de los herederos de Alejandro Magno, declararon cierta independencia, pero unos cuantos lideres comunitarios, estaban artos de sus actitudes y del fanatismo Macabeo (muchos asesinatos, divisiones internas, purgas, con cierta ayuda de los Partos y Nabateos). Resulta que Roma estaba en auge, por lo cual el jefe (Pompeyo) el de turno, les dijo que Roma era un estado benefactor y que les ayudaría a sacarse de encima a los macabeos: fin de la historia, los Romanos como buen gato se comió a Israel. Hasta entrado el siglo XX se empezó de nuevo a hablarse de un estado de Israel habiendo sido recientemente colonia Inglesa, claro, lo cual no acarreo pocos problemas.
Y Los problemas se avecinan si no se aplica gran dosis de inteligencia y estrategia económico política basada en errores cometidos.
Y es que parece que la especie humana, es muy problemática y dura de mente en aprender.
¿En cierta manera, quien no esta arto de los Estados Unidos?, ¿implica esto que ahora se nos presente China como un benefactor?, cuidado en caer como siempre en los reveses y las cajas de pandora que la historia nos depara.
El dilema no es fácil de responder.
A groso modo y puede que esto cambie: Pasar de la tiranía del poder económico a la tiranía del Estado dictador, Se lo han buscado en cierta manera. No hay articulo gringo que no este hecho en China, al menos alguna de sus piezas!.